La llegada de los chip M1 de Apple a sus equipos es un momento perfecto para comparar con otros equipos de su rango de precio e incluso superior. Como paquete que contiene CPU, GPU y Apple Neural Engine y más se trata de una pieza de hardware a la que merece la pena diseccionar a fondo.
Veamos qué hace al M1 un chip revolucionario en benchmarks y en uso real, con datos y cifras que ponen en contexto el hito de Apple, y que pronto puede ser de Qualcomm, HiSilicon, Samsung o la propia Nvidia.
La primera sorpresa: el concepto de consumo en reposo cambia con el M1 gracias a sus núcleos Icestorm
Tras muchos años con Intel, en los que los consumos se podían consultar con Intel Power Gadget y ‘Monitor de Actividad’, lo que más llega a asombrar en el M1 es que una vez todas las aplicaciones comunes en uso diario están abiertas, el uso de los núcleos es bajísimo y, sobre todo, que los cuatro núcleos de CPU de alto rendimiento, llamados Firestorm, apenas se usan una vez ya todo estaba funcionando.
Eso cambia totalmente el concepto de reposo, pues se puede considerar que casi cualquier tarea como navegar por la web, ofimática, reproducción de vídeos, etc, utiliza una energía cercana a la que se consume sin hacer nada. Esta es la auténtica clave de la asombrosa autonomía que hemos visto en los análisis de los nuevos MacBook Air y MacBook Pro: el chip consume mucho menos de un vatio haciendo muchas de las tareas del día a día, con una consistencia tremenda. Frente a ello, las pruebas en Intel dicen que la oscilación energética del procesador es mucho más alta, y sube más con tareas en segundo plano.
El M1 cuenta con una CPU de ocho núcleos: cuatro Firestorm de alto rendimiento, y cuatro Icestorm de alta eficiencia, pudiendo funcionar todos a la vez
Al escribir esto en un MacBook Pro de 2018 con procesador i5-8259U, y con solamente el editor de texto abierto, su consumo entre medio vatio de uso y 7 vatios. El M1, con el mismo uso, no sube de medio vatio de consumo. Detrás de esta magia, están los cuatro núcleos de CPU de alta eficiencia, que para mí son la gran sorpresa del chip.
Apple había presumido de que, por sí solos, los cuatro núcleos de alta eficiencia del M1 estaban a la altura del i3 de dos núcleos de décima generación del MacBook Air de principios 2020. Esa fue una de las menciones de la criticada Keynote de presentación del M1 que sorprendió, porque al llevar la palabra eficiencia en su nombre y no rendimiento, lo lógico es pensar que son mucho menos potentes.
Consumos máximos del M1 en el MacBook Air
Antes de que Apple anunciara el desembarco de Apple Silicon, se hablaba mucho de hasta qué punto sería la compañía capaz de superar a Intel o AMD con chips “como los de un iPhone”. La realidad es que el M1 es más que eso, y gracias a una capacidad de refrigeración mejorada respecto a los móviles y a los iPad, Apple permite que el consumo del chip con los núcleos grandes saturados (algo que hemos hecho con Prime95) se dispare hasta poco más de 18 vatios con los núcleos de alto rendimiento funcionando a 3,2 GHz.
Respecto a la GPU, el consumo máximo observado haciendo el benchmark GFXBench es de 8,5 vatios en el MacBook Air con siete núcleos en la GPU integrada. En el caso del Mac mini M1, conectado a la corriente, asciende a 10 vatios con la GPU de ocho núcleos.
En cuanto al consumo máximo del último componente del M1 del que el sistema informa, el Apple Neural Engine o motor neuronal, el consumo máximo que hemos logrado obtener con Pixelmator Pro es de 2,2 vatios, una cifra también espectacular teniendo en cuenta todo lo que se exprime. El Neural Engine también se activa cada vez que usamos la cámara, arrojando en esos casos un consumo de 0,12 vatios.
Por último, me propuse saturar al máximo todas las partes del chip a la vez, con cierto éxito. De forma muy limitada en el tiempo, conseguí un consumo de 17,36 vatios de CPU, 8 vatios de GPU y 1,03 vatios de RAM. En conjunto, el “paquete” arrojaba una cifra de 27,2 vatios. Quizá, si hubiera logrado usar el Neural Engine a la vez, habría rozado los 30 vatios.